Joan Lao, diseño para los sentidos
“El baño puede ser un espacio ideal para encontrarse a uno mismo, para cuidarte y reflexionar. ¡Debería ser obligatorio concebirlo así!”
“El baño puede ser un espacio ideal para encontrarse a uno mismo, para cuidarte y reflexionar. ¡Debería ser obligatorio concebirlo así!”
Nos recibe en su estudio principal situado en una de las arterias más importantes de Barcelona, en plena calle Balmes. Desde ahí, Joan Lao lidera un equipo que comparte su misma visión creativa. Toda su obra segrega un aura de sensibilidad y naturalidad fácil de percibir pero difícil de transmitir.
Tras esa primera piel, hay una enorme labor profesional, basada en principios geométricos, materiales nobles y cromatismos suaves. Sin estridencias, con un gran sentido de la intemporalidad.
Fiel a la visión del diseño como vía de plasmación de un concepto, lo aplica tanto al interiorismo, como a la arquitectura y al diseño de mobiliario desde hace más de 30 años. Con cerca de 3.000 proyectos de interiorismo y más de 12.000 referencias en muebles, lámparas, tapicerías y objetos de decoración diseñados, Joan Lao es uno de los diseñadores españoles con más proyección internacional por su extraordinaria capacidad creativa y su visión como creador, productor, pero sobre todo, como explorador y motor cultural. Su marcado sello estilístico en perfecta consonancia con la naturaleza y alejado de modas o tendencias se traduce en creaciones que perduran con el paso del tiempo aportando calidez, equilibrio y simplicidad, tres cualidades necesarias que él mismo destaca para vivir en perfecta armonía.
Para Joan Lao, el tiempo es único, el arte emoción, la luz sosiego, la naturaleza es el origen de todo, el diseño es imprescindible, la ética en la vida y en el trabajo fundamental, y el agua, pura vida. Nos perdemos por un momento en las reflexiones sobre el diseño, sobre los espacios de vida y sobre el rol del baño en la salud física y emocional de las personas. Confiesa estar en una etapa de transmutación creativa; un momento de «nuevos planteamientos y de un mejor aprovechamiento del tiempo, una etapa para plantearse lo realmente esencial y elegir qué, cómo, dónde y con quién».
Sencillamente, pensar las cosas antes de hacerlas.
De la naturaleza. Es mi fuente de inspiración absoluta, mi manera de entender el diseño. Yo busco el contacto con la naturaleza, con lo orgánico.
Sí. Los objetos o espacios bien diseñados producen una doble satisfacción: cumplen una función en tu vida y su belleza te produce placer. Los vas a mirar, a tocar, a oler… Van a repercutir en todos tus sentidos.
Deberíamos estarlo. Cuando diseñamos estamos generando residuos y perdiendo parte de la naturaleza, así que mejor ser conscientes y crear espacios y objetos que no pasen de moda, que perduren, que sean reciclables. Debemos trabajar con materiales que podamos controlar.
Los diseñadores tendríamos que hacer un esfuerzo pedagógico para demostrar y enseñar a la sociedad de una manera contundente, sin inspiraciones divinas, que todo lo que nos rodea se ha diseñado. La reflexión debería ser obligada.
A que hay que aprovechar las cosas que fueron bien diseñadas en el pasado, rediseñar las que estén mal y diseñar las que hagan falta.
En 20 años toda la parte creativa del baño ha progresado mucho.
Primero trabajo la parte conceptual y el contexto: no es lo mismo un baño en el desierto, en Groenlandia o en un hotel de lujo en las Maldivas. Primero planteo el objetivo, la parte conceptual, y luego el resto. Continúo por los elementos funcionales, una buena distribución, que todas las necesidades estén absolutamente cubiertas y, después, comienzo con los elementos estéticos y compositivos: texturas, materiales, colores…
El gran reto para el baño es que se perciba una sensación agradable a través de todos los sentidos. En el baño te detienes, reflexionas. Hay otros espacios vitales donde estás acompañado y te mueves, pero el baño es un lugar más íntimo. Conectas con el culto a la salud, con mejorar tanto física como emocionalmente. El baño puede ser un espacio ideal para encontrarse a uno mismo, para cuidarte y reflexionar. ¡Debería ser obligatorio concebirlo así!
Yo soy de la generación del dibujo a mano, del lápiz. La tecnología es fundamental pero a la vez arrastra una cierta esclavitud. En el estudio hacemos unas simulaciones por ordenador con las que podemos ver el proyecto prácticamente acabado. Antes lo tenías que imaginar; ahora puedes ver perfectamente si ese proyecto te va a gustar, desde todas las perspectivas.
… pero cuando tomo un lápiz y dibujo tres rayas, me quedo fascinado. Intento buscar ese equilibrio entre tecnología y sabor humano.
Siempre me han encantado las imperfecciones de lo manual, más que la perfección de lo numérico y tecnológico.
En la mayoría de mis colecciones esa textura está presente. Busco una apariencia natural. Antes, una madera que tenía un nudo se tiraba, era un símbolo de mala calidad, ahora en cambio, no es así. Para mí siempre ha sido fundamental la evolución, la pátina de la materia.
Esta crisis nos ha hecho reflexionar sobre determinadas cosas y eso es positivo. Hace años importaba la abundancia, ahora prima el sentido común, la buena alimentación, la naturaleza, la buena energía. Caminos menos superfluos para profundizar en la verdadera esencia y en el espíritu de las cosas; necesitamos que las cosas sean verdaderas, auténticas.
Entraría en el mundo de la naturaleza, en la textura propia del material, tendría un diseño más brutalista. Mezclaría esa sensación con una tecnología adecuada y con las funciones del baño perfectamente resueltas.
Soy especialmente sensible con las cosas bellas. Un amigo mío dice que “la belleza te ensancha el alma”, te hace respirar aire fresco. Si esa belleza nos rodea y la tenemos perfectamente presente, ¿por qué no en el baño? Estar rodeado de arte y de belleza es positivo, gratificante.
Yo creo que el buen diseño tiene que ser perdurable; como este espacio en el que estamos ahora [su estudio en Barcelona]. Tiene 26 años y aún hoy, cuando entro, siento que es actual. El baño del futuro debería estar hecho con materiales que transmitan emoción al tocarlos y mirarlos: es lo que llamo «el ojo táctil». También, dado que el agua será un bien escaso, deberíamos ser muy consecuentes en plantear su reutilización. Potenciaría la humanidad del baño, con ayuda también de elementos tecnológicos, pero sin llegar al exceso.